viernes, 16 de septiembre de 2011

Ginebra seca

Al fin de semana siguiente quedamos los cuatro. Nada más ver al otro gemelo, me di cuenta que su hermano le había contado nuestra fin de semana, por como miraba a Montse y por las ganas que tenía de “cachondeo”. Carlos era en un principio más mojigato que su hermano para estas cosas. Pero con el tiempo llegó a ser un alumno todavía más aventajado. Estuvimos en algunos “garitos” del barrio de ellos y decidimos continuar la juerga en su casa una vez que empezaron a cerrar los establecimientos por las leyes que ya se aplicaban en aquella época en nuestra ciudad y porque todavía era pronto para los que tenían permiso para permanecer abiertos durante las últimas horas de la noche. Mi chica le dijo a Carlos que si podían comprar algo para fumar por allí, a lo que él contestó que ya era tarde para encontrar en la calle pero que podía llamar a un conocido y así lo hizo.

Tras hablar con su “colega” nos dijo que había quedado en una casa de un barrio cercano, pero al que había que ir en coche. Decidimos que iríamos en taxi –para no conducir ni Montse ni yo- y que no hacía falta que fuésemos todos, así que lo mejor era que fuesen Carlos (que era el que conocía al chaval) y ella, que entendía más que yo de esos temas. Nos dirigimos a la calle principal del barrio, que era por donde pasaban los taxis y Carlos me pidió la cazadora, ya que la suya era una vaquera que no abrigaba nada. Yo se la deje. Recuerdo que era roja y pensé que iba a dar mucho el “cante” al sitio donde iban. Montaron en un vehículo que acababa de quedar “libre” y Julio y yo nos dirigimos a la casa de ellos, que se encontraba muy cerca de donde estábamos, gracias a lo cual no me quede congelado ya que la “chupa” de mi amigo no me servia.

Al subir a la casa de ellos, Julio me dijo que fuese poniendo música y preparando unas copas, ya que él se encontraba bastante mareado y que por eso había dicho de no marcharse en la excursión y que me agradecía que le hiciese compañía. Tras escuchar varias canciones y beberme la mitad de mi copa, al ver que mi amigo no salía del baño decidí averiguar que le pasaba. Me acerqué a la puerta del baño que se encontraba en el otro lado de la casa, al final de un largo pasillo y entreabrí la puerta. Julio se estaba dando un baño, le pregunté si estaba bien y me dijo que sí. Volví al salón, pero seguía sin salir, y decidí desvestirme y ducharme yo también. Nada más entrar en la bañera-ducha él se incorporó y salió “escopetado” sin casi siquiera secarse. Cuando le recriminé su aptitud me dijo que era porque llevaba ya mucho rato.

Me di una ducha que me sentó muy bien y me espabiló, y salí con una toalla al salón, donde había dejado la ropa. Julio estaba bebiendo la copa que le había preparado, me senté a su lado y le dije que si no le gustaría que le chupase la “polla”, a lo que me respondió que sí que le gustaría pero que Montse y Carlos estaban a punto de llegar y que no quería que nos pillasen. En ese momento me di cuenta que estaban tardando mucho y me vestí para no importunar más a Julio.

Lo que ocurrió en el viaje a la otra pareja nos lo contaron, en parte, cuando volvieron. Por lo visto, después de decirle al conductor el sitio donde tenían que ir, Montse se dio cuenta de que Carlos estaba bastante bebido y mucho más “simpático” de lo habitual. Cuando llevaba un rato contándole un montón de historias, sin cortase de que les viese o les oyese el taxista, comenzó a tocarle las tetas y besarle en la boca. Ella se dejó hacer pero sin devolverle los tocamientos. Carlos de vez en cuando dejaba su tarea para comentar cosas al chófer. Normalmente cuando uno va a un barrio de mala reputación hay que hacerse el simpático con los taxistas para que te esperen y no se marchen, ya que es muy difícil encontrar otro para volver.

viernes, 5 de agosto de 2011

Mátame camión


Al día siguiente nos despertamos desnudos los tres y muy cansados. Julio se fue directo a la ducha. Estaba un poco cortado, no se si por lo que había o por lo que no había pasado. Cuando llevaba el agua un rato sonando, nos levantamos, sin decirnos nada, y nos fuimos hacía el baño. La bañera era bastante pequeña y al pasar la puerta, Julio, que estaba sentado, y sin echar la cortina, se levantó. Montse entró en la pila, y el chico, diciendo que había terminado, se disponía a salirse. Ella no se lo permitió, y él, con delicadeza, le hizo agacharse dirigiendo su boca hacia su pija.

Empezó una felación, lenta y cuidadosa. Yo empecé a tocármela para ponérmela dura. Sin entrar en la bañera, ya que difícilmente se cabía, giré ligeramente el cuerpo de nuestra maravillosa hembra hacía la izquierda. Y con igual delicadeza y decisión le introduje, esta vez sí, mi pene en su linda “cueva”. Tras los “vaivenes” que hacíamos nosotros, ya que el chico se había apoyado en los azulejos, que tenía en su espalda, consiguió ponérsela todo lo tiesa que se podía. Montse se levantó y mi “cola” salió de su ubicación. Comenzó un intenso morreo con Julio y se arrimó a su sexo lo que no permitió que decayese el “ánimo” del invitado.

En varias ocasiones, mi amigo me había contado lo mucho que le gustaba el coito anal, y que su novia no tenía la misma afición. Entonces pensé en hacerle un regalo, que no sé si se merecía por quedarse dormido tan pronto. Me subí a la bañera, donde por estar todos de pie cabíamos, pero muy juntitos. Ellos seguían besándose, las manos de él en sus tetas, las de ella en la “pija”. Cogí un bote de gel de baño que estaba a la izquierda de Julio y le puse una poco de su contenido en el agujero trasero de Montse.

Esta forma de ayudar a la penetración anal me la había enseñado ella en otra ocasión. Extendí la crema por su cavidad e introduje un dedo para que se extendiera también por dentro. Supongo que en ese momento ella pensaría que iba a sodomizarla, pero lo que hice fue darle la vuelta y comencé a besar la boca que tanto rato llevaba besando nuestro amigo. Ella empezó a apretar su culo contra el “miembro” totalmente erecto de nuestro amigo. Yo mire a Julito a los ojos sin dejar de besar a mi amor, y él le fue introduciendo lentamente su “tranca” hasta que lo estuvo entera.

Empezaron los vaivenes que se fueron haciendo más fuertes. Yo deje de besarla y mis esfuerzos se dedicaron en ese momento a sujetarla mientras intentaba mantener el equilibrio, ya que de no ser así me hubiese sacado del recinto de la bañera. Empezaron los dos a jadear, la chica a abrir las piernas todo lo podía y a agarrarse fuertemente a mí. Con una de mis manos, cuando ya habíamos cogido la posición y el ritmo, comencé a tocar el sexo de la chica. Esto, además de lo agradable que era de por sí, me permitió sentir con mayor intensidad las “embestidas”.

En esta situación estuvimos un rato, ni corto ni largo, hasta que él soltó un gemido más grande, y Montse, ante la disminución de las embestidas, me largó un intenso morreo. Cuando los dos se relajaron, volví a girar a mi caliente mujer, y fue mi pene el que ocupó un trasero lubrificado y dilatado con gran facilidad. Empezó el movimiento en sentido contrario, pero Julio lo tenía más fácil para sujetarnos ya que contaba con la ayuda de la pared. Se produjo un momento de silencio en el que me pareció oír voces al otro lado de la pared del baño. La distribución de la casa de al lado había sido modificada, y nuestro baño colindaba con su salón-comedor, con lo que probablemente, mientras nosotros disfrutábamos, los vecinos estaban colocando la mesa para la comida. En otras ocasiones mientras te duchabas oías con claridad las conversaciones de la sobremesa de los vecinos.

Esto, en lugar de cortarme, me excitó más y continué la penetración y mis jadeos mientras nuestro amigo jugaba con sus pechos si se lo permitían los empujones. Cuando terminé nos dimos un fuerte abrazo los tres, aunque no la había sacado de su placentera ubicación. Creo que nuestro amigo disfrutó bastante de aquella penetración, y casi todas las ocasiones en que repetimos una “fiesta” con él, ha practicado el coito anal con Motse y yo, si ha sido posible me encargué de prepararlo para facilitarlo. Cuando lo hacemos ella y yo, en muchas ocasiones, no es necesaria esta preparación, ya que nos tenemos cogida la medida.

Nos terminamos de duchar y nos volvimos a la cama. Como yo tenía hambre me levanté a hacer la comida-desayuno y los dejé en la cama “follando”. Una vez terminé de comer y comprobé que habían terminado con lo suyo les dije que estaba la comida, y Julio se levantó a comer, pero Montse dijo que no tenía hambre. Con las fuerzas repuestas fue mi turno y “fornicamos” de una forma tradicional, pero muy placentera, ya que ella estaba excitadísima. Desde ese día, siempre que era posible, nuestras “orgías” las terminábamos haciéndolo nosotros dos solos, como “fin de fiesta”, y es el mejor momento de todos.

martes, 3 de mayo de 2011

Maneras de vivir

Cuando llevaba un rato bastante grande practicando la “paja-mamada”, él seguía con la erección pero no llegaba al clímax. Yo no podía estarme quieto y decidí terminar de desnudar a mi chica y penetrarla a estilo perro mientras le untaba de saliva la "polla" a nuestro amigo (era uno de mis sueños). En el momento en el que estaban los dos desnudos, y él con los ojos cerrados, ella, sin sacarla de su dulce boca, echó un vistazo para atrás, gesto que yo interpreté como la señal, y como estaba todavía vestido termine de desnudarme. A ella, mientras tanto, le había dado tiempo a colocarle un preservativo.

Justo cuando me había quitado la última prenda y pase a acercarme a la pareja, ella se incorporó un poco, se acercó al cabecero, y de un salto introdujo la verga invitada en su rasurado coño. Probablemente lo había hecho con la intención de dejarme a dos velas y conseguir ponerme a tal nivel de lujuria que no había recordado hasta entonces. Seguidamente, se puso a cabalgar sobre el “instrumento” de nuestro “colega”. Todavía, y en muchas ocasiones, cuando necesito excitarme, recurro a esa imagen. La verga entrando en el chichi de mi nena y su agujero del culo a la altura de mis ojos.

Ya no podía más, y ya que no había podido llenar un orificio, que ya estaba lleno, decidí llenar el otro. Me eche un poco para adelante, sin agacharme mucho, ya que ya lo estaba, para no perderme detalle; y comencé a dar lengüetazos en el ano de Motse. Me volví como loco y continué pasando la lengua por los labios del coño, por la parte visible del pene de Julio y por los testículos de este último. Mire hacia arriba un momento y las manos de él magreaban las tetas de ella, estaban los dos fuera de si. En ese momento el le pidió a ella que se saliera, que iba a correrse, y se quitó el “condón”. Nada más sacarlo de su encierro se escapó un chorro de semen hacia adelante, que en parte fue a parar a mi cara, ya que la tenía bastante cerca de sus órganos sexuales de ambos.

No había podido completar el “bocadillo”, y nuestro amigo Julito se había quedado dormido como un bendito en el lado izquierdo de la cama. Mi chica me hizo girarme y tumbarme, y decidió dedicarse al pene que aun estaba servible, en principio. Para que ella entrase en la cama, subí mi cabeza en el cuerpo del dormido que me servia de almohada. Ella comenzó a chuparme y magrearme la “polla” con la mismas ganas con las que lo había echo antes con la otra “tranca” de la fiesta. Cuando estuvo dura se subió a cabalgar y tras unas cuantas sacudidas nos llegó a los dos, no recuerdo si a la vez, o quien fue antes. A Montse le suele costar llegar al final, pero estaba claro que estos jueguecitos con otras personas le ponen.

Nuestro amigo seguía profundamente dormido. Ella se bajo a mi derecha y comenzó a limpiarme la “tita” de leche, como una buena golosa. No sé si me hizo girarme ella o fui yo el que se giró, pero mientras me la lamía me tope con mi boca cerca de la “verga” de Julio, y percibí el olor de mi cariño en su piel. Sin darme cuenta se la estaba chupando al inconsciente. No me avergüenzo, me gustó, y ya lo había hecho otras veces con otros chicos.

Creo recordar que en alguna ocasión se despertó, y se volvió a dormir, o se hizo el dormido. Me supo muy rica, pero no conseguía ponérsela dura, y cuando la mía ya si se puso deje la mamada. Di la vuelta a mi “cielo” y pase a introducírsela lentamente por el culo, después de lubricarlo con un poco de saliva. Ella boca abajo y al lado de nuestro cómplice, gemía como una loca, pero no conseguimos despertarle. Yo me corrí, creo que ella no. Nos quedamos dormidos los dos junto a nuestro amigo, la mujer en el centro.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Me gusta como hueles


Paramos en una tienda de veinticuatro horas, que se encontraba entre su barrio y el nuestro, para comprar bebida con la que aguantar el resto de la noche. En aquella época se podía comprar alcohol a cualquier hora. Con el pretexto de que estábamos en doble fila, que yo conducía, y que nuestro amigo estaba en la parte de atrás de un coche de tres puertas, le pedí a mi chica que bajase ella a realizar la compra. Cuando ella salió le dije a mi amigo, sin pensarlo, que no hacía falta que al llegar se quedara a dormir en el sillón y que podía acompañarnos en nuestra cama a bebernos la botella que íbamos a adquirir. Mi amigo respondió afirmativamente, pero a mi me quedó la duda de que lo hubiese entendido del todo.

Una vez volvió Montse al coche le pasó las bebidas a Julio y al mirarme comprendió que alguna proposición le había hecho a nuestro amigo y me sonrió. Él siguió con la misma aptitud de persona tímida, hasta que llegamos a casa, puede que la cantidad de “cubatas” que habíamos bebido fueran los causantes del atontamiento que demostraba el chico. Para bien o para mal, lo íbamos a comprobar pronto.

Una vez estábamos en casa el se fue directo para el salón, y se puso a buscar una cinta en el lugar que ya sabía que estaban. Montse relleno los vasos con ginebra y tónica, y cuando en la película comenzó la acción fuerte dijo que se iba a la cama. Yo esperé un rato y la seguí hacia la habitación, no sin antes hacer a nuestro amigo una seña con la cabeza para que fuese el tercero en emprender el camino de la habitación.

Cuando llegue a nuestra cama encontré a mi chica aún vestida y “liandose” un “porro”. Supongo que el material para hacérselo se lo habría dado Julito a lo largo de la noche, ya que era el único que tenía y nosotros no habíamos pillado. Esperé a que lo encendiese y le diese unas caladas. Pasó un tiempo, y cuando al ver que nuestro invitado no venía, le iba a proponer que se desnudase y saliese a buscarle, pero antes de que eso ocurriera, Julio entró en nuestra habitación. Había llamado con mucha educación y nos pidió papelillos. Montse le pasó el “petardo”, que aún tenía a medias. Se sentó en la cama por el lado de dentro, enfrente de un espejo que teníamos muy grande. Sólo llevaba unos calzoncillos de esos grandes y tras terminar el “canuto”, dejo los restos en el cenicero y se acercó al cuerpo de mi mujer.

Mis temores, de que le hubiésemos asustado se habían disipado. Se inclinó sobre ella y le dio un largo beso en la boca. Yo estaba realmente excitado. Volvió a besarla y la fue despojando de la ropa de cintura para arriba. Tras ser despojada del sujetador, ella se incorporó, le rodeó, y se puso de pies al lado del espejo. Le pidió que se levantara, cosa que le costo bastante, y le bajo los calzoncillos. Mi amigo estaba completamente desnudo, con su pene liberado de la ropa. Mi mujer, con sus preciosos pechos al aire, y, dispuesta a todo. Yo vestido y contemplando el panorama con sus cuerpos en primer plano y sus reflejos en el espejo.


La polla de mi amigo era un poco más pequeña que la mía, pero estaba bastante erecta, sobre todo considerando el “ciego” que llevaba. Estaba claro que mi mujer le gustaba. Ella, sin mirarme en ningún momento se agacho y acerco su boca al miembro. Julio en ese momento se debió de marear un poco y se tumbo en la cama. Mi mujer a la altura a la que estaba le siguió, y una vez que él se apoyo en la cama, ella se la tragó entera. Empezó a bajar y subir la cabeza, y con la mano derecha le masturbaba. Él comenzó a gemir, con una mezcla de placer y como si le diera vueltas la cabeza.

martes, 7 de septiembre de 2010

Todo comienza a girar

Unos días después, un fin de semana, le pedí que me preparase un espectáculo, y ella sacó un colchón de la habitación de invitados y lo tiró en el suelo del salón. Puso música y comenzó a bailar mientras se quitaba la ropa. Yo no me movía del sillón y al quitarse el sujetador se quedó sólo con las braguitas. Tenía y tiene un cuerpo estupendo a pesar de que ya había tenido dos hijos, se tumbó en la cama y comenzó a masturbarse apartando la tela de sus braguitas. Yo estaba excitadísimo, y ella levantó las piernas a lo alto y se deshizo de la prenda que le quedaba.

Tumbada como estaba empezó a magrearse sus maravillosas tetas y a abrir lo más posible sus piernas lo que me permitía una vista inmejorable de su portentoso coño. Sabía que no debía moverme de donde estaba hasta que ella no me lo pidiera y pude disfrutar de la sorpresa que vino a continuación. Yo no la había visto pero al colocar el colchón había escondido detrás una zanahoria que en ese momento sacó a escena. Comenzó a masturbarse con ella de forma increíble, sacándola, metiéndola, hasta que parecía que iba a desaparecer dentro. Cuando se corrió, salió una gran cantidad de liquido de su chichi.

Se levantó y se subió a horcajadas encima de mí, se acercó y me dijo al oído: - ¿Por qué no llamas a un amigo y continuamos la fiesta los tres? - No sabía a quien llamar, pensé en unos hermanos gemelos que eran mis mejores amigos. Sus nombres son Julio y Carlos. No es que pensara llamar a los dos a la vez, pero a uno de los dos para empezar, sí. Nunca había hecho nada sexual con ellos, pero sabía que les iba la marcha, alguna vez había fantaseado con masturbar y chupar la pija de Julio, o de que se follaba a Motse, delante de mí, o de que me metía en la cama con él y su novia.

Los dos vivían solos y juntos ya que la novia de Julio trabajaba en otra ciudad, tenían veintitantos años y un cuerpo delgado y no musculoso, no muy altos pero tampoco bajos, vamos el tipo ideal de chico tanto para mi novia como para mí. Marque el número y no contestaron. A principios de los años noventa los teléfonos móviles estaban poco generalizados y no los encontré. Antes de terminar las averiguaciones Montse me estaba masturbando con la mano derecha y con la boca continuó una maravillosa mamada. Me termine de desnudar y la tiré contra el respaldo del sillón, la separe las piernas le introduje mi tranca en su jugoso coñito, al estilo perro.

A algunos les parecerá que tras la rica felación es exagerado la rapidez con la que me recuperé pero tengo otros defectos, pero no es ese uno de ellos, y menos en aquella época. Fue también un rico polvo y en el momento de correrme le apreté las tetas con ambas manos. Como ella no lo había conseguido le trabaje su cosita con mi lengua y mis dedos hasta que, con caricias en sus tetas enrojecidas y otros trabajitos, llegó al clímax. El trío no se había podido llevar a cabo pero ya estaba en camino, estaba claro que los dos lo deseabamos, era cuestión de tiempo que otra estaca separara los labios del sexo de mi chica.

Un viernes quedamos con Julio y Carlos para tomar unas copas en el barrio céntrico donde vivían, pero sólo se presentó Julio. A la hora de marcharnos a casa, él dijo que si no nos importaba, que se quedara a dormir en nuestra casa del extrarradio, cosa que había hecho otras veces, antes de que yo saliese con Montse. Mi amigo se solía acomodar en el salón viendo videos porno en una televisión grande que teníamos, pero esta vez no iba a ocurrir de esta manera, ya que le teníamos preparada una sorpresa, por lo menos yo lo tenía muy claro.

martes, 27 de julio de 2010

Después del concierto


Esta historia ocurrió hace unos años y era cuando la que actualmente es mi mujer se empezaba a quedar en más ocasiones a dormir en mi casa, después de llevar un año saliendo. Los dos habíamos tenido relaciones anteriores satisfactorias y cada vez que podemos hablamos de nuestros deseos sexuales y de los que hemos llevado a cabo. Yo le había contado mis relaciones con otras mujeres y también que en alguna ocasión lo había hecho con algún hombre, y que en esas ocasiones lo había pasado bien, pero que prefería hacerlo con mujeres y que en ninguna ocasión me había enamorado de ningún chico. Ella me confesó que también había tenido relaciones con personas de su propio sexo y que, sobre todo en una ocasión, con su ex marido y una amiga de este pasaron una noche estupenda.

Era la primera persona con la que podía hablar de todo y hacíamos todo lo que queríamos. A mi me encanta el sexo anal y ella nunca me pone ningún pero cuando quiero hacerlo. Todo era inmejorable, pero un par de cosas que sucedieron hicieron que nuestra sexualidad diera un giro hacia mejor, aunque no pareciera posible. La primera cosa fue unas historias que me contó sobre la participación de otras personas en los polvos que echaba con su ex, y la segunda el deseo que me manifestó de llevar a cabo conmigo una de estas experiencias, que es la base de este relato.

Yo en mi juventud tocaba el bajo eléctrico en un grupo de punk-rock, y aunque nunca llegue a dejar de ser amateur lo hacía bastante en serio y nunca me ha abandonado el gusanillo. El ex marido de Montse era, no se si por casualidad guitarrista de una banda de Heavy Metal. Una de las historias que me contó me impresionó mucho más que otras que me había contado antes. En una ocasión que había tocado el grupo de su ex en el pueblo en el que vivía el matrimonio, el bajista de la banda se había quedado a dormir en la casa de ellos ya que el bolo había terminado muy tarde. Después de tomar unas copas, Manuel, el ex, dijo encontrarse cansado y se marcharon a la cama, dejando acomodado al invitado en el sofá, creo recordar que se llama Salva.

En la cama el matrimonio se desnuda, y aunque, Manuel esta con pocas ganas tras la intensa actuación y la juerga posterior, Montse le realiza una intensa felación, en las que mi chica es una verdadera experta y de las que he disfrutado a menudo en los años que llevamos juntos. Tras degustar el semen de su verga le intenta volver a poner a tono para que le penetre, pero él le propone que salga al salón y traiga a Salva a la cama. Ella sin pensarlo dos veces sale desnuda a buscar al bajista. Al volver a la habitación ella entra primero y el chico va detrás con las manos en el culo de ella.

Se les debió de hacer de día chupando y follando los tres. Motse me contó que lo único que no permitió Manuel es que Salva introdujese su pene en el chichi de la chica ya que no disponían de preservativos y no quería que su mujer se quedase embarazada de su compañero. Entre los chicos también se chuparon las pollas y para terminar Manuel se tumbó en la cama, Montse se introdujo la verga de este al subirse encima, y, Salva sin pensarlo y como, no se saltaba la única norma introdujo su pene, que debía de tener unas dimensiones considerables, como buen bajista, en el orificio del culo de la que en la actualidad es mi mujer.

Esta historia me impresionó bastante, ya que sabía que era real y me imaginé en el lugar de Salva. El rock me había causado muchas alegrías hasta el momento pero nunca me había llevado a una situación ni siquiera parecida. Tras la historia echamos un polvo estupendo e introduje mi herramienta en su agujero trasero e imaginé que tenía una polla en el delantero de una dimensión por lo menos del mismo tamaño que la mía. Estuvo muy bien pero los dos estábamos demasiado excitados para disfrutar a tope.